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martes, 19 de julio de 2011

Fronteras de libertad


Visualizo en el horizonte un par de balsas casi hundidas…

provenientes de alguna orilla de cuba, en la que un par de mujeres despidieron al amor de sus vidas… es un sujeto de color pronunciado con un par de andrajos encima, que se atreve a surcar el mar en busca de libertad sellada en pasaportes de agua.

Le faltan algunos metros para lograr besar la tierra, pero aun no tiene la cara de felicidad que han tenido otros en su lugar… carga con otra balsa agarrada de brazos, amarrada a lo que queda de su crucero de goma y madera… una niña pequeña que a penas logra respirar acostada entre los remos de tubos improvisados, una roca tropieza empujando la balsa hacia atrás desde donde el sujeto carga a la niña y me la da en brazos suplicándome agua y comida para su pequeña, ofreciéndome billetes de algún país extranjero que puedo asegurar no valía ni los zapatos con suela gastada que cargaba en ese momento….

Se dirigió a su bote desgastado y procedió a tomar rumbo de vuelta a la dirección….

-¡Oye!!! ¿A donde vas? Ya eres un hombre libre

No alcanzo a responder mis gritos cuando callo destrozado por la travesía… esa noche en mi hogar tuve el privilegio de compartir mi cena con el invitado, donde me hablo de su esposa y su hija que lo esperaban al otro lado de la frontera marina en los terrenos dictados. El prometió que regresaría a buscar la otra parte de él, el resto de su familia, aun estando dormida la menor de sus hijas, bulto de su protección personal durante estos días de viaje, me pidió que la cuidara.

Intente desviarlo de la locura por unas cuantas horas...Donde le aclare que su libertad y la de su hija menor era un hecho seguro y que un pacto suicida seria regresar a danzar con los peses…

Aquel sujeto lloro dejando su plato sin terminar, sin siquiera haber terminado su bebida, solo se levanto y se dirigió hasta el mueble donde le ofrecí las primeras noches que pasaría aquí.

En la mañana prepare el desayuno he invite a la niña a sentarse en la mesa… pero nunca encontré a su padre por mas que busque en la casa, y mi bote de remos con el que salía a “pescar” tampoco pintaba entre mis cachivaches.

Volvió por el resto de su libertad… que lo esperaba al otro lado de la línea roja, el horizonte hace mucho no da entrada a sujetos como èl, y esa pequeña niña no guarda recuerdo de la oportunidad que se le regalo.

Un hombre sin dios ni nombre… que nunca regresara a la orilla

O al menos no a esta.

2 comentarios:

  1. El resto, el sabía que le faltaba ese resto para llenar la otra orilla.

    Un saludo enorme, Eduardo.

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  2. A casi todos los cubanos, nos falta un resto, un resto de vida, un resto de playa, un resto de sangre, un resto de amor que se ha quedado devidida entre dos orillas...

    Estoy de vuelta Edu, y tu relato me toca fuerte y me sacude, espero te guste mi próxima entrada.
    Gracias amigo, por tus palabras en mi blog, me sujeto firme, me agarro fuertemente, a ese rayito de esperanza que aún queda.

    Abrazos

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