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miércoles, 16 de febrero de 2011

Las gárgolas de antaño

Las noches son grises en el Hospital Santa Elena….

¿Hospital?

Pues solo retumba en mi cabeza la depresión de hace unos días, en que sostenía mis albanes de fotos mientras caminaba por la calle, y el chillido agobiante de los frenos de aquel automóvil, las luces traseras de ese mismo vehículo alejándose con rapidez

Hoy amanezco aquí todo golpeado, en esta camilla, las goteras de la inyectadora de sueros estimularon mi despertar, además del ruidoso aparato respiratorio que mantenía vivo al anciano de al lado… recordé que corría a toda prisa por la carretera para escapar de los demonios de mi soledad sin ella, y ahora hasta mis fotos han desaparecido, justo ahora que he empezado a olvidar su rostro, sus delicados y cariñosos toques a mi vida como su dedicado amante

Y ahora que no esta, mi mente me juega trucos….

Desde lo mas profundo del infierno vienen sus fantasmas a molestarme, revoloteaban con sus garras y colmillos por las cercanías de mi hogar, y a al final se vieron beneficiados con esta desgracia.

Y aun aquí acostado puedo ver como las gárgolas que solían reposar en el techo del hospital cobran vida apenas anochece para molestarme, sus risas burlonas cubren mas de la mitad del ancho de la ventana, y giran con muecas diabólicas para obligarme a salir, desean terminar su trabajo que empezaron hace tan solo unos días atrás.

Pase una o dos horas soportando sus mofas, y no tenia idea de cómo los demás internos de esta institución no se daban de cuenta de aquella fiesta infernal en plena lluvia, en que las gárgolas de antaño agitaban sus alas y picos contra las ventanas de la habitación, y la luz de la luna se veía difusa entre las gotas de sucio y sangre que se estregaban contra aquel vidrio…

Hasta que llegue a obstinarme, me levante y despegue de mi cuerpo las agujas con mis medicamentos, decidí ponerme un calzado blando he ir en busca de mi venganza.

Bajando las escaleras del hospital, entre la oscuridad, podía sentir como los querubines jalaban mis escasos ropajes, para evitar que saliera en pelea de aquellos monstros, pero los apartaba de mi camino, no hacia caso a la advertencia de un dios que solo podía sentir amor y compasión por un alma tan miserable y demente, y ni entendía ni me importaba el lenguaje que utilizaban aquellos celestiales destellos para junto con mi nombre regresarme a la habitación donde me encontraba a salvo

Llegue a salir al jardín donde me encontraron los demonios, rodeándome y acechándome por los cielos como buitres a su comida, estaba ya todo empapado a pesar de apenas tocar la salida del edifico

Y los maldecía por asecharme, por perseguirme hasta el lugar de mis miserias, por condenarme a la tortura, y si de hecho era mi cordura la que estaba rota, también le dedique una que otra blasfemia

Hasta que caí rendido por mis heridas... en la cuales ellos no tuvieron culpa alguna, estaba cansado, mojado y solo, una combinación poderosa para ser soportada por tan solo un simple cuerpo de bajo calibre.

Al despertar estaba en la camilla… (Amarrado a ella de hecho), de nuevo solo y herido. Y ya se está haciendo de noche, puedo sentir como las gárgolas comienzan a despertar…

4 comentarios:

  1. HOLA
    QUÉ PODER DE IMAGINACIÓN!!!
    TUS RELATOS ENTRE FANTASÍA Y REALIDAD SUMERGEN AL LECTOR EN UN PARAÍSO FANTASMAGÓRICO QUE CONFUNDE POR MOMENTOS Y LLEVA A UN FINAL INSOSPECHADO...
    ESTA BIEN, ASÍ DEBEN SER LOS CUENTOS.

    LA LLUVIA INSPIRA A LOS POETAS IGUAL QUE OTROS TEMAS COMO EL MIEDO, LA SOLEDAD, LA MUERTE, EL OLVIDO...
    UN BESITO

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  2. Buen relato que me mantuvo emocionada de principio a fin...a veces la mente nos juega malos momentos..dicen que todos tenemos algo de locura..a veces se usa esta locura para escapar de una terrible y cruel realidad...

    Te envío un gran y fuerte abrazo Eduardo..gracias por tu visita ...dulces sueños:-))

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  3. Una historia muy truculenta la de este enfermo que solo ve ilusiones algo sugestivas y dementes, que se quiere escapar y por un momento pense que lo lograria, al final de nuevo en esa cama de hospital, pobre hombre, a ver que tal en la proxima escapada....
    Magnifico como siempre
    Un beso

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  4. Una muy buena historia, serán los fantasmas del amor perdido...
    El final y el comienzo de una nueva pesadilla.

    Saludos enormes, Eduardo.

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