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sábado, 2 de enero de 2010

La noche que murió la luna



Atrincherado en la oscuridad de una azotea perdida, en las instalaciones olvidadas por la gente común, con tristes acompañantes que preferían el día a la hermosura nocturna, blanco de mi vigía en mis noches de óseo. Las estrellas milagrosas son mi única compañía grata al entendimiento, y su misterioso acento de silencio me apacigua, como comunicarse con dios a la manera antigua y en el glorioso firmamento depositar tus esperanzas… no es exceso de confianza mas bien una llamada a la dulce armonía que en mi tiempo me acogía y consagraba mis sueños, el desvelo que hoy me somete mas que una tortura es una breve dosis de tranquilidad, ¿serán las drogas acumuladas? O mi gran habilidad para escaparme de lo triste.

El sereno de la noche me limpia los pulmones y hasta lo sucio del alma, la respiración profunda nivela mi karma con cada exhalación, y los sonidos de la ciudad que yacían apartados no arruinaban mi velada. La transición del tiempo rompía las barreras de lo posible solo para complacerme y regalarme el momento que tanto esperaba, con mis ojos cerrados y el orgullo atrancado por la libertad y el afecto, estando despierto gozaba de mi sueño preferido, el de disfrutar el mundo sin ningún testigo, con el simple echo de haber estado vivo, con el simple hecho de aun no haber muerto.

La capacidad de disfrutar estos momentos no es innata por desgracia, se gana con la madures de vivir el día a día, y con la simple alegría de poder mirar la luna, ya que es esta la cuna de las estrellas venditas, la madre del firmamento fúnebre que despide el día, y lo detesta por su gloria... aun así es la fuente del amor apasionado, porque los jóvenes templados por el vigor del amar, reconocen a la luna como templo sensual y bajo su luz justifican sus encuentros, con daños a terceros o violaciones a las reglas de la sociedad... todo da igual para estos animales, que en su ternura desenfrenada buscan volver a nacer, esta vez con el placer de ser acompañados de aquel a quien han encontrado después de tanto buscar.

¿Te has preguntado porque es tan hermosa la luna? (susurra en mi nuca una voz)
Volteándome desprevenido, como criatura de dios, la hermosura de una joven me deja sin aliento.

-Con el transcurrir del tiempo, como ha de forjarse una estructura, ¿Por qué no un templo divino? (Respondí empedernido)

-Que hermosas palabras para un individuo cautivo en su soledad ambigua… ¿o es la antigua explicación que justifica a los necios?, (incentiva una platica mi acompañante misteriosa, con la mirada curiosa de un niño al nuevo mundo)

-¿Conoces tu la respuesta a este enigma ten profundo?... no es que sea un vagabundo con intuición masiva, ni que niegue los enigmas que carecen de certeza, o que no vea belleza en la simple explicación de una joven de tu calibre... como pensador tan libre yo te doy mi bendición y la leve precaución de que no soy muy seguro, mis amigos no son materiales, pues estoy falto de ese tipo de amor, y la idea de la libre expresión es la base de mi poesía, de mis pensamientos trucados por mi gran melancolía y mi negación a Dios como ser que da la vida

Pero te doy la palabra mi doncella de la noche para que te regocijes con mi tosca aceptación…

- Acepto tu invitación mi melancólico poeta que ah llegado hasta lo absurdo de sus pensamientos libres, no es que me someta a tu mal interpretación, o que falte de modales si es que ahora sirven (prosigue la doncella…)

Y es que estoy acostumbrada a callarme mis historias de las épocas místicas de las que me gusta hablar, no me gusta conversar de los años antes de… ni la explicación o los "porque" de los fenómenos naturales, pero déjame decirte que esa amante solitaria a la que llaman luna tiene una fábula antigua que recuerdo con penuria y tristeza desde luego

(Nos miramos frente a frente mientras tomaba mi mano y me robaba el sueño que se asomaba previamente)

*Dicen que en una tierra lejana entre el desierto y los mares, y los exóticos paisajes que a ella sometían, había nacido una criatura bendecida por sus tantos dioses, seria la víspera del día o la gran melancolía que regocijaba a su padre, rey entre reyes, pero la luna que yacía en la estela de su hija lo llenaba de ternura, y vio en los ojos de esta que una vida a gran altura la llevaría a las estrellas.. El sin fin de epifanías que a este hombre asechaban dictaron el nombre de ella… Luna, cual faro de su nacimiento, cual maldición de su destino... porque esta no dormía…

Días pasaron y su padre rebuscaba un antídoto para su hermosa princesa, los doctores de la realeza nunca hallaron dicha cura, ni los brujos por supuesto… hasta que a los dieciséis (16) meses como un ángel desde el cielo o demonio desde un cráter, apareció un mensajero, inyectándole un veneno a la hermosa muchacha que la forzaba a dormir…

(Una historia poco creíble, si me permites decir... pero vamos continua…)

Todo marchaba a flor y miel, hasta que sin previo aviso la joven chica se enamoro... era normal en esta edad y confinada a ese palacio que el amor involuntario atravesara despacio su frágil corazón.

Un sirviente desde luego... como único visitante que escuchaba sus penas. Y una mirada ajena siempre eriza la piel de una doncella atrapada, asfixiada por las cadenas de una protección innecesaria, y agobiada por la rabia de vivir siempre cautiva.

Escaparse era la única manera de vivir con su amante pera siempre, aunque demente la idea le irradiaba un gran alivio... su amante tan devoto propuso la fuga por la noche mientras todos dormían, mientras todos descansaban ellos se entregarían a las arenas de la pasión y como única condición el tenerse el uno al otro.

Pero llegada la fecha, incrustada en su balcón, la princesa lo esperaba… esperaba y espera... ni los gruñidos de los guardias atrapando a un intruso, ni el pasar de los días, ni el comer incluso, la apartaban de su vigía... ni su padre llorando asiéndole una petición, ni el sonido amargo de una fuerte ejecución que asechaba al prisionero…

no dormía la princesa y derramada su tristeza se escurría por el suelo.
Siempre mirando la luna, como meta de su anhelo, su corazón se rompía, sostenido por un pañuelo obsequiado por su amante. A los diez días colapso sin mas remedio, y su cuerpo casi seco que casi nada se parecía a la bella princesa. Su padre la recogió llorando por que era un cascaron vació.

Y el rey se lamento por no dejar al albedrío los sentimientos de su hija, alzo su rostro ante la interminable noche y glorifico su vista al ver a su heredera, dirigiendo las estrellas en espera de su amor... y fue testigo con horror como la profecía se cumplía, sin traerle alegría, pues su hija yacía victima de su error, con el amor que da ninguna pues acababa de presenciar la muerte de la hermosa luna... y el nombramiento de una nueva*

Inspirado por el estelo que esa historia producía pocos tendrían palabras, mi corazón retumbaba como una oportunidad para ver nacer el amor y mi triste opinión a ella poco le importaba, vendita tú doncella que me mostraste la luna con tus palabras doradas pues estoy impresionado... y aunque suene raro creo que ya la conocía, pues mi cuerpo me pedía que le declarara un beso.

-Te ves poco prepeso a creerme una lunática por mi historia alocada (susurra en mis oídos)

Yo por favor te pido me des tu nombre doncella, pues irradias una luz semejante a la de una estrella y con tus ojos me inspiro a mirar el firmamento. (Le digo)

Pues soy Luna de hecho… mi poeta melancólico con el talento lógico de juzgar a las personas.

Pero estas son las horas en que debo de marcharme, solo recuerda querido que tu corazón siempre te exige lo que el cuerpo no puede darte, y que echarte llorar nunca es la mejor opción cuando se sufre por amor…
Nublándose el panorama mi sueño me derrumba en pleno amanecer, y solo me encuentro bien cuando ya eh despertado preguntándome exaltado por aquel hermoso ser.

Despreocupado y ansioso me doy fuerzas yo mismo, el encuentro casi nostálgico con una criatura divina.

Y ni la radiante luz del pleno día opaca mi aurora de fe, y es que por fin encontré una llamarada de esperanza entre estresante sufrimiento, un breve calentamiento para la gloria que me esperaba, una verdadera llamada de mi destino en el firmamento.

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