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martes, 19 de octubre de 2010

Pensar en ti


Y te extraño… como merecerme cada una de las bofetadas imaginarias que me das en los sueños, porque hasta en ellos me siento merecedor de ser tratado como un idiota por no tenerte a mi lado, inhalando el curioso pecado que envuelve mi cuerpo distraído y mi mentalidad adolorida por las noches que pase sin ti, aquellas que no dormí porque soñé que no te tenia.
Y me siento cansado vida, de esperar que me respondas, y me siento tan aislado como la aguja en el pajar del olvido, perdido entre las memorias que nunca quise atesorar y amordazado con el silencio de no pedirte explicaciones con las simples precauciones de nosotros mismos y la reconciliación.
El cadáver de un pescador en la orilla del mar negro, los desechos de la incertidumbre del demonio del crepúsculo y los pecados del ángel guardián de la puerta del cielo, son solo pedazos de suelo para la base de la catástrofe que asimila mi soledad sin ti, mi vida sin vida coherente, mi remedio latente para la enfermedad ardiente del corazón emancipado que encuentra en su camino mi relación con dios, mi perdida absoluta de fe anti protestante
Dicto en mi estado alarmante que he de tenerte cerca, y te extraño vida mía… ya no se que estoy haciendo. Cuanto mas he de pensarte? Ni en los infiernos de Dante el expresaba la agonía de aterrarse por la vida mas que por la propia muerte, me he vuelto tan decente como un violador alarmado
Con mi capullo en tu mano regresarías mi equilibrio? Con una historia de tus labios quizás me harías mas valiente? He hecho algo para perderte o para que odies el luchar? Se que cuando pare de hablar podre escuchar tu respuesta, pero no la quiero princesa… no quiero que me rechaces, no quiero que me necesites, en mi inconformidad no quiero nada.
Por que no podría verte sufrir y no tengo el vigor para sufrir yo mismo, entra el romanticismo en mi mente vanguardista y hace intromisión al final más trágico de todos. Al aullido del lobo blanco en las nieves del desierto frívolo. Como mi frívolo corazón te pide disculpas de nuevo, yo también me hago testigo de tus ganas de extrañarme… de hacer de ganas el día, de perderte entre mi tenue pero pura compañía, de nunca vivir sin mi, de nunca necesitarme.

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